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La inevitable Carmina

Este relato forma parte de los Cuentos crueles para tías crueles, una serie de retratos comunes a cualquier álbum de familia. La inevitable Carmina habla del placer de la comida y de esas reuniones domingueras donde tías y tíos, primos y primas, celebran alrededor de la mesa para disfrutar de inigualables manjares.

De todos los platillos que sumaban su calórica comida amaba especialmente el lechón a la naranja. Verla frente al chanchito dorado recién salido del horno, con esa manzana sujeta en un pequeño grito y esa tierna mirada de quien ha sacrificado su vida por su progenitora, era una escena digna del mejor pintor costumbrista: un momento de silencio y de perdón. Mi tía se posaba frente al platón. Recogido su gran cuerpo en un acto de humildad, juntaba las manos en agradecimiento antes de coger trinche y cuchillo para darle una segunda muerte al cerdito. Detrás de ella todos los sobrinos abrazaditos nos congelábamos en una mueca de asco y dolor; en el fondo, sabíamos que algún día uno de nosotros sería el próximo sacrificio.

¡Pronto La inevitable Carmina en edición de autor junto con otros Cuentos crueles para tías crueles!